En MAJUY, como en la vida cotidiana, los horarios no son rígidos, son dinámicos. Esto implica que, a medida que va corriendo el periodo, vamos ajustando algunos espacios acorde a las necesidades de cada niñx, con el consentimiento de los padres o tutores. Es así como podemos proponerle al niñx que deje un curso para aprovechar esa hora en alguna actividad que pueda ser más provechosa para él/la, o que inscriba uno en el que creemos que pueda aprender algo importante de lo que se pueda estar perdiendo.
En las fases 3 y 4, los alumxs pueden elegir si quieren tomar todos los cursos o no. Son electivos los cursos de producción y apreciación artística (debe ver al menos uno), Mundo y sociedad o Exploración científica. Liberarlos de tener que tomar todos los cursos tiene una justificación: tantas veces, las clases escolares interfieren con la práctica de talentos, con terapias, viajes o con otros espacios de exploración vocacional que son más determinantes para el desarrollo del aprendiz. La arrogancia de la escuela, de creer que estos conocimientos que se imparten son lo más importante, está quedando atrás. Por suerte hoy contamos con el acervo de contenidos académicos en miles de plataformas, de tal suerte que si necesitamos aprender algo específico, sin duda lo encontraremos en la red. Por eso, procuramos darle a los niñxs las herramientas para que aprendan a investigar y a aprender por sí mismxs.
A muchxs adultxs les preocupa darle tanta libertad a los niñxs, señalan que esta organización nos les brinda una estructura sólida al tener espacios sin clases o no tener tareas. Prefieren que estén “ocupados” aun cuando lo que están haciendo no les motive. Y tienen razón. En muchos escenarios escolares de esta índole vemos niñxs que no aprenden, que les cuesta mucho seguir instrucciones, que malgastan su tiempo. En MAJUY sabemos cómo hacerlo, pues partimos de la comunicación permanente con el/a niñx y sus padres para adecuar los horarios a sus necesidades, estimular su curiosidad y favorecer el encuentro con sus intereses. Nos cuesta concebirlo de otra manera, pues cuando un/a niñx tiene la libertad de elegir qué cursos toma y además tiene espacios dentro del horario escolar para explorar sus gustos y practicar sus talentos, observamos una mayor motivación por el aprendizaje y en general vemos que goza de mayores niveles de felicidad.